Esta entrada va dirigida a quienes deseen informarse un poco sobre su país, son simplemente algunos datos que pueden interesarle a las personas que consideran importante enterarse de la realidad de Colombia.
Bueno... me imagino que a estas alturas ya muchos habrán dejado de leer, porque “¿a quién le importa lo que pasa en este país? De eso que se preocupen los políticos...” lamentablemente ese parece ser el pensamiento de la gran mayoría de colombianos.
Se han preguntado alguna vez ¿por qué en Colombia hay 20 millones de personas que sobreviven por debajo del umbral de pobreza y otros 7 millones que viven en la miseria?¿por qué Colombia ocupa el puesto número 13 en el ranking de desigualdad de ingresos por países
[1]? ¿cómo es posible que el 20% de la población más rica se quede con el 61.70 % de los ingresos totales mientras que el 20% de la población más pobre apenas obtiene el 2.90%
[2]?
¿Sabían que el 0.06% del total de propietarios, entre los cuales se encuentran narcotraficantes y paramilitares, son los dueños del 61% de las tierras de este país
[3]? No se pueden pasar por alto los escándalos protagonizados por políticos inescrupulosos aliados con facciones de estos grupos ilegales, ¿o quién no ha escuchado hablar del término “parapolítica”? Se dice de aplicar “justicia” a dichos personajes, los cuales, casi siempre, tienen todas las garantías para alargar los procesos y demostrar su “inocencia”, lo que en la mayoría de los casos desemboca en la condena de algunos incautos que no cuentan con el poder suficiente para enfrentarse a las leyes, que como es bien sabido, son para “los de ruana”. Es fundamental mencionar que el proceso de éxodo masivo a las ciudades, que comenzó en la década de los 30, ha continuado hasta la fecha, siendo los grupos implicados en estas oscuras alianzas actores principales durante los últimos años; la población urbana que en 1938 representaba el 28% de los colombianos, había subido hasta un alarmante 76% en el año 2005, no sobra decir que este fenómeno está directamente relacionado con el déficit de viviendas, de educación y especialmente de trabajo, factores detonantes de la actual problemática social. Actualmente se estima que hay entre tres y cuatro millones de desplazados en Colombia
[4].
No puede hablarse de “justicia” en un país donde campean el desempleo y la desigualdad, la falta de educación y oportunidades, un país donde hay más armas que instrumentos de labranza, donde impera la “ley del más fuerte”, donde se ven casos como los famosos “falsos positivos”, que son posibles por el abuso de la fuerza y la explotación de la ignorancia de algunos jóvenes que por falta de oportunidades se dejan deslumbrar por falsas promesas.
No puede hablarse de “democracia” en un país donde sólo dos partidos políticos se repartieron el poder por más de un siglo y medio, hasta la elección en el 2002 de un presidente militante de un partido “independiente” de éstos; un país donde el “cuarto poder” es usado hábilmente por un pequeño círculo de poderosos monopolios, sus dueños, quienes dicen ser abanderados de los derechos y la libertad de expresión, cuando en realidad su misión y su visión tienen un norte muy bien definido: su propio beneficio.
Tal parece que en Colombia, el hecho de pensar críticamente es una infracción a la ley, y por tanto, las personas que lo hacen y tratan de sacar de la ignorancia a sus compatriotas son perseguidas y cazadas. Para ilustrar lo anterior basta con mencionar un caso (sin olvidar que hay cientos de casos) muy conocido, el de Jaime Garzón, periodista que se destacó por usar su trabajo en los medios de comunicación para combatir y denunciar la corrupción, llamando a cuentas a importantes personajes públicos y grupos ilegales, quienes vieron el asesinato como la mejor forma de callar su voz.
En Colombia la impunidad se ha convertido en un hábito, algo cotidiano, hoy en día, ni los actos más sórdidos causan grandes manifestaciones de rechazo. La desaparición forzada ha pasado a formar parte de los males comunes, mal que solo es noticia cuando de trata de una importante personalidad política o militar, pero ¿qué hay de los otros cientos de personas retenidas contra su voluntad?
La invitación es la siguiente: comenzar a construir un pensamiento crítico a nivel personal, que permita aportar a la construcción de una nueva sociedad.
La mentalidad pública debe comenzar a cambiar, y esto sólo será posible cuando ese colombiano promedio, que se ha visto envuelto en medio de toda esta realidad sin tener bases ni argumentos para encontrar una explicación válida, comience a cuestionarse, comience a entender que él hace parte de la materia prima de este país y se dé cuenta que no se puede esperar que un gobierno solucione todos los problemas. La mediocridad no puede seguir siendo una costumbre, el colombiano debe cambiar esa mentalidad donde sólo se celebran triunfos ajenos.
Se debe comenzar a cambiar la mentalidad que sólo busca la riqueza fácil y rápida, se debe cambiar un paradigma donde la “malicia indígena” o “viveza” se usa principalmente para buscar la forma de hacer trampa. Colombia podrá cambiar su realidad cuando las telenovelas dejen de ser el principal producto de la televisión nacional, cuando su audiencia sea más crítica y no simples espectadores pasivos, cuando el porcentaje de lectura de los colombianos deje de ser de menos de un libro por persona al año, cuando esas personas que dedican tiempo a leer/reenviar esas cadenas de correos basura se interesen también en cultivar su mente y ni hablar de lo bueno que podría ser que muchos jóvenes que pasan varias horas al día chateando y conectados a las redes sociales hicieran otras actividades con el mismo gusto.
De esta forma comenzará a cambiar la realidad… y la clase dirigente se verá obligada a actuar más justamente.
Yo creo que "la revolución de las cosas pequeñas" es posible, yo creo que cada uno de nosotros tiene algo valioso que aportar, ¿qué dices?
Les dejo la inquietud...
Hasta pronto.